Conociendo el poder y la importancia de la profecía bíblica, ayer, hoy, y el porqué debe enseñarse.

La profecía bíblica no sólo es historia que se nos cuenta por adelantado, sino que además nos aclara y confirma lo que fue y lo que será.

¿Sabías tú que el 27% de las Sagradas Escrituras es profecía bíblica?

Y aunque parezca increíble hay pastores que no enseñan nada de profecía bíblica, o casi nada.

¿Es consecuente que un pastor omita enseñar un 27% de lo que la Biblia describe detalladamente?    Y no estamos apuntando con el dedo a esos pastores, puesto que probablemente no enseñan profecía bíblica por alguno de estos motivos:

  1. No la han estudiado cuidadosamente
  2. Realmente no creen en ellas
  3. Les resulta demasiado confusa
  4. O la consideran “controversial”

Este último punto es clave. De hecho, hay pastores que no se atreven a enseñar profecía Bíblica porque no quieren que se les asocie con ciertos personajes enfermizos que aparecen en las redes sociales gesticulando, gritando, alarmando y aterrorizando a la gente. Y esos, sobran.

Por otra parte hay pastores que no se atreven a enseñar profecía bíblica debido a la presión de  torpes, dentro de la iglesia, que los desaniman y les dicen cosas como “¡¡debes enseñar el evangelio!!” “¡Qué haces enseñando profecía!!”.

No porque haya lunáticos y herejes “enseñando evangelio” (no el verdadero, obviamente), el pastor deja de predicar el verdadero evangelio. ¿o sí?

Pues lo mismo debiera suceder con la profecía bíblica. No porque haya lunáticos con Trastorno de Personalidad Narcisista aterrorizando a la gente, el pastor debe de dejar de enseñar profecía.

El hecho que haya tantos personajes enseñando falsos evangelios, así como falsas enseñanzas respecto de la profecía bíblica debiera ser un llamado de alerta para todo pastor y predicador, de modo que corrija esas enseñanzas. Y esto, porque, si están en la verdad, la salvación de muchos esta en sus manos.

 

Volvamos a esto: El 27% de la Biblia es Profecía Bíblica.

Ejemplos prácticos:

Si usted le enseña a manejar un vehículo a su hijo, y omite enseñarle el 27% de las normas de transito, tenga por seguro que tendrá los accidentes asegurados. Y no sólo él, sino también las personas que se crucen en su camino.

Si usted fuera arquitecto y omitiera el 27% de los cálculos necesarios de un edificio, tenga por seguro que ese edificio colapsará.

Ni hablar si usted fuera medico, músico, o cocinero… Omita un 27% de enseñanza y todo fracasará.

Lo mismo pasa con la profecía bíblica. Si eres pastor, pero omites ese 27% de profecía Bíblica, podrás hablar muy bonito, pero lo que enseñes no tendrá sustento.

Por otra parte, si Dios dedicó un tercio de las Escrituras a la profecía bíblica se debe a que Él considera que debemos prestar gran atención a las mismas.

¿Cómo sabemos nosotros que Yeshúa, el Señor Jesús, es el verdadero Mesías?
¿Y cómo se enteran, incluso en la actualidad, los judíos, que Yeshúa es el Mesías?

Gracias a la profecía bíblica.

Moisés, por allá por Deuteronomio 18:15 le adelantaba a su pueblo acerca del Mesías que habría de venir:

“El Señor tu Dios levantará para ustedes un profeta como yo de entre tus hermanos israelitas. A él deben escuchar”

Más adelante las profecías mesiánicas apuntaban directamente al Señor Jesús.

Aclaremos una cosa, la profecía no es sólo “noticias por adelantado” de lo que sucederá, sino también una guía para descartar lo que no sucederá.

Por ejemplo, las profecías mesiánicas no solo apuntaban al Mesías, sino a quienes no podían ser el Mesías porque no cumplirían con todos los criterios,  y características que el Mesías debía poseer.

Analicemos solo algunos puntos de Isaías 9:6

“Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz.”

  • Un niño nos es nacido = El Mesías será un ser humano. No será una visión, una “era”, etc.
  • Hijo nos es dado = El Mesías será un niño varón. Podemos descartar a las niñas.

El profeta agrega además que se le llamará “el gibbor”, es decir Dios Fuerte.

Y esto nos enseña que se tratará de un ser humano, pero al mismo tiempo de Dios mismo. No se le describe en la profecía como algo parecido a Dios, sino al Dios Todopoderoso (“el gibbor”  אֵל  גִּבּוֹר ). Y agrega “Padre Eterno, Príncipe de Paz”.

Tan solo con esta profecía podemos descartar que el Mesías sería un ángel, una visión, un enviado,  o cualquier otra cosa. El Mesías sería un bebé humano.

Por su parte Miqueas 5:2 nos demuestra dónde nacería el Mesías:

“Pero tú, Belén Efrata, pequeña para estar entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que será Señor en Israel; y sus salidas son desde el principio, desde los días de la eternidad.”

Belén Efrata = Esta es la ciudad exacta donde nacería el Mesías.

No sería en otro Belén, como Belén en Catamarca en Argentina,  Belén en el norte de Chile, Arkansas o Carolina del Norte. Tampoco en Belén del norte de Israel, sino específicamente de Belén Efrata, ubicado en Judea donde también nació el rey David.

De hecho, esta profecía pone en aprietos a los judíos en la actualidad. Puesto que ellos saben que el Mesías proviene de Belén Efrata, sin embargo, el día de hoy no existe ningún judío viviendo ahí. Ni uno solo. Debido a que Israel le cedió esos territorios a la autoridad palestina.

Pero aunque hay cientos de profecías que apuntan directamente a Yeshúa. Analizaremos esta última de Daniel 9:23-26

Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad, para terminar la prevaricación, y poner fin al pecado, y expiar la iniquidad, para traer la justicia perdurable, y sellar la visión y la profecía, y ungir al Santo de los santos.

Sabe, pues, y entiende, que desde la salida de la orden para restaurar y edificar a Jerusalén hasta el Mesías Príncipe, habrá siete semanas, y sesenta y dos semanas; se volverá a edificar la plaza y el muro en tiempos angustiosos.

después de las sesenta y dos semanas se quitará la vida al Mesías, mas no por sí; y el pueblo de un príncipe que ha de venir destruirá la ciudad y el santuario; y su fin será con inundación, y hasta el fin de la guerra durarán las devastaciones.”

En esta profecía es evidente que a Daniel se le anuncia que el Mesías vendría para “para terminar la prevaricación, y poner fin al pecado, y expiar la iniquidad, para traer la justicia perdurable“, pero además agrega algo que también es un problema para los judíos actuales cuando se menciona que “se quitará la vida al Mesías“.

Y agrega que todo esto ocurriría antes que el Templo fuera destruido: “y el pueblo de un príncipe que ha de venir destruirá la ciudad y el santuario”.

Esto es una pista muy interesante, porque gracias a la documentación histórica, hoy conocemos cuando sucedió todo esto. Y fue en el año 70, cuando los romanos destruyeron la ciudad de Jerusalén y el Templo

Proféticamente hablando Isaías, Miqueas y Daniel nos dicen:

“El Mesías tiene que venir a la tierra como un niño varón, humano, nacido en Belén, y antes del año 70”

Y que quede claro que aquí estamos mencionando solamente el Antiguo Testamento, no hemos dicho absolutamente nada del Nuevo Testamento.

Es decir, que son las mismas Escrituras hebreas las que dan testimonio del verdadero Mesías, de Yeshúa.

Es así como la profecía Bíblica nos ayuda no solo a determinar quién es el Mesías, sino también a descartar cualquier posibilidad de otro mesías.